Mensaje de la Dra. Cecilia Vitola, Medicina Funcional Integrativa.

“Que el alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento”, es una de las frases más conocidas de Hipócrates, padre de la medicina al cual considero un gran maestro. Hace años, y por patologías propias, empecé a transitar el camino de la curación a través de la alimentación consciente, del alimento como una de las más valiosas medicinas.

En la fecha en que celebramos el Día Mundial de la Alimentación considero importante poder contribuir a generar conciencia de cómo la alimentación afecta nuestra salud e incide no solo en el estado físico de las personas, sino también en el mental y emocional. Una alimentación con conciencia  es esencial para tener un sistema inmune más fuerte, una mente más clara y emociones más positivas.

Las principales enfermedades que nos afectan hoy en día, como los problemas cardiovasculares,  diabetes,  alergias, cáncer y enfermedades autoinmunes, están asociadas muchas veces a una alimentación no fisiológica. Esto quiere decir una alimentación para la cual nuestro organismo no ha sido ´diseñado´, lo que se traduce muchas veces en enfermedad o desnutrición: un mensaje del cuerpo de que no está recibiendo los nutrientes que necesita, además de que la dieta básica que estamos llevando lejos de nutrir nos intoxica. Es importante aprender a escuchar esos mensajes. Ni siquiera es una cuestión de peso corporal, ya que podemos estar con bajo peso y desnutridos o con sobrepeso e igualmente desnutridos. Muchas veces ingerimos calorías huecas de nutrientes.

Lo más importante es destacar que a partir de la alimentación se puede obtener algo que con la medicina no podemos lograr: la posibilidad de revertir la enfermedad crónica. Nuestro cuerpo tiene una gran capacidad de autocura y una mala alimentación impide que nuestro organismo lleve a cabo su proceso natural de reparación.

¿Cómo podemos mejorar nuestra salud con la alimentación?

Aumentando la proporción de consumo de alimentos de origen vegetal, especialmente crudos  y reduciendo la ingesta de productos refinados como azúcar, harinas (sobre todo las que contienen gluten),sal de mesa, lácteos, exceso de carnes  y todo tipo de productos industrializados.

Los procesos industriales a los que se ven sometidos muchas veces los alimentos, hacen que se desnaturalicen, que pierdan vitaminas, minerales y enzimas. Además, si para aumentar su vida útil y para hacerlos más atractivos al paladar y a la vista, se le agregan productos químicos, probablemente nuestro organismo  los reconoce como  extraños, activando sus mecanismos de defensa como son  la inflamación, alergias, mucosidad, estreñimiento, etc. Una alimentación no fisiológica  puede llevar al enlentecimiento del  tránsito intestinal, que se traduce en reintoxicación de nuestros propios productos de desecho, que pasan a través de las paredes del intestino a nuestro torrente sanguíneo. Nada mejor que  la fibra de las frutas y hortalizas frescas para ayudar al equilibrio del tránsito.

Desafío para mejorar

Una recomendación práctica: hagamos la prueba de modificar nuestros hábitos alimenticios por 15 días y estemos atentos a los mensajes que nos da nuestro cuerpo, seguramente nos sintamos mejor y estemos empezando a aumentar nuestra comprensión de lo que nuestro organismo nos demanda.

Al incluir en nuestra dieta frutas frescas, verduras, setas (ejemplo champiñones), frutos secos, brotes y semillas le estamos brindando a nuestro cuerpo la más amplia variedad de nutrientes. Cuando son consumidos crudos mantienen sus vitaminas, minerales y enzimas, de lo contrario muchos nutrientes son destruidos.

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Nuestra salud depende de nuestra ACTITUD.