La historia de los hongos como parte de la alimentación humana data de tiempos remotos. En un principio se consumían las setas que crecían de forma silvestre en campos y bosques: los romanos las empleaban en sus recetas, mayas y aztecas las usaban con fines medicinales y mágicos, mientras que para los egipcios eran el alimento de los dioses y fuente de la inmortalidad. Fue a partir del siglo XVII que los hongos se empezaron a cultivar, incrementando aún más su consumo a nivel mundial.

Entre sus variedades más destacadas se encuentra el champiñón blanco o ´de París´, y el color crema, también llamado Portobello. Desde el punto de vista nutricional, los champiñones se distinguen por ser muy nutritivos; aportan proteínas de buena calidad,  vitaminas, minerales, fibra y muy pocas calorías, resultando ideal para quienes desean alcanzar o mantener un peso saludable.

Según relata la nutricionista Gimena Machado, “el consumo de champiñones ayuda a prevenir enfermedades porque fortalecen el sistema inmune. Nutrientes contenidos en este tipo de setas, estimulan la formación de glóbulos blancos, encargados de las defensas del organismo. Además, contienen un alto contenido de selenio, un mineral que estimula la formación de las células T, responsables de combatir a las células cancerígenas impidiendo la creación de tumores”.

Otro mineral presente en este hongo es el potasio. Este elemento participa en la regulación de la presión arterial, ayudando a mantenerla dentro de los valores normales, por lo cual interviene también en la prevención de enfermedades cardiovasculares.

Comprendiendo ahora un poco más de los beneficios de los champiñones, los invitamos a interiorizarse con otros productos a través de nuestro programa de Responsabilidad Social Empresarial PROACTITUD, un compromiso con la promoción de hábitos saludables, para que todos logremos asumir que nuestra salud depende de nuestra ACTITUD.