Según les contamos semanas anteriores, existen alimentos de consumo cotidiano que provocan consecuencias negativas sobre nuestra salud. Tal como dijo Hipócrates, el alimento puede ser la más poderosa medicina o el principal causante de enfermedades, todo va a depender de nuestros hábitos y elecciones. Nuestra salud depende en gran medida de nuestra actitud. En las ediciones anteriores mencionamos la consecuencia de ingerir grandes cantidades de  sal refinada y azúcar, hoy  nos vamos a enfocar en la harina refinada.

La harina refinada es uno de los productos más perjudiciales para la salud, representando la harina de trigo el cereal más consumido en el mundo. Los principales problemas de este producto radican en el proceso de refinación al cual es sometido el trigo, del cual se obtiene un polvo blanco de escaso valor nutricional, y el contenido de gluten, una proteína muchas veces perjudicial para la salud.

Pero… ¿qué es el gluten?

El gluten es una proteína compuesta de 2 moléculas: glutenina y gliadina, que en presencia de agua forman un enlace elástico y esponjoso. Esta proteína se encuentra más comúnmente en el trigo, centeno y cebada; sin embargo, otros cereales como por ejemplo la avena, así como una gran variedad de productos procesados, también contienen gluten. 

Una alimentación libre de gluten es esencial para aquellas personas que tienen enfermedad celíaca, sin embargo, la evidencia científica apoya cada vez más el hecho de que muchos de nosotros podemos ser no portadores de esta condición, pero sí presentar una marcada intolerancia al gluten, evidenciada por síntomas tan comunes que tomamos como situaciones cotidianas. Debemos entender que estos síntomas no son normales, si bien pueden ser frecuentes, pero nunca normales.

El consumo elevado de harina, y por lo tanto de gluten, no solo nos hace aumentar de peso, sino que también provoca inflamación, hinchazón y dolor abdominal, constipación, erupciones en la piel y menor absorción de nutrientes debido a una mala digestión, entre otros.

Si eliminamos o al menos restringimos el consumo de harina, vemos como estos síntomas disminuyen o desaparecen por completo, al mismo tiempo que nos sentimos con más energía y vitalidad.

¿Cómo podemos eliminar gradualmente el consumo de harina?

  • Menos es más: el primer paso puede ser disminuir el consumo de harina a 3 veces por semana y sustituir la harina refinada por harina integral. Luego, gradualmente ir disminuyendo cada vez más, hasta casi eliminarla por completo.
  • Nunca olvidarse de los vegetales: aumentar el consumo de vegetales frescos, si por ejemplo cocinamos una tarta, probar la misma versión pero sin la masa y acompañarla con una ensalada de vegetales crudos.
  • Mucho más frutas: en desayunos y meriendas sustituir el pan por frutas, ¡son mucho más nutritivas!
  • Sé creativo: existen un montón de posibilidades y recetas que no incluyen harina. La harina es uno solo de los muchos alimentos que existen, explorá y descubrí nuevas opciones.

Con esta nota terminamos de contarte sobre las consecuencias del consumo habitual de 3 productos muy presentes en nuestra dieta: sal refinada, azúcar y harinas. Te recomendamos evitar su consumo diario y vivir con más salud y vitalidad.

Nuestra salud depende de nuestra actitud.

Hasta la próxima.

Lic. en Nutrición Gimena Machado.